By Zachary Norris, Justice for Families
“You Can’t Build Peace with a Piece: School Safety and Gun Violence in America in the Aftermath of the Mass Shooting at Sandy Hook Elementary School” is the name of a courageous and visionary collective statement written by youth of color across the country.
Their statement is courageous because youth of color are typically ignored in the gun-control debate and if discussed vilified as “gang bangers.” Yet, youth of color are disproportionately impacted as victims of violence and as victims of a failed War on Drugs.
Although White youth report carrying weapons to school at slightly higher rates than Black youth, Black youth are more than twice as likely to be arrested for weapons possession. Although White Youth, Black Youth and Latino Youth report using drugs at similar rates, Black youth are detained for drug offenses at almost five times the rate of White youth and Latino youth are detained at twice the rate of White youth.[1]
Their statement is courageous because it reflects a Dr. King-like principled opposition to violence and militarism. They write “we know first hand that the military technology used to arm America’s aggression and wars outside the US are also used on our streets and in our schools. Police in communities of color are armed with helicopters, battering rams, militarized swat units and high powered assault weapons.” But when gun control and violence prevention is the topic, somehow the militarization of law-enforcement is rarely discussed. It should be.
In “How Ending the War on Drugs Could Curb Violence,” Emily Crockett writes, “More intense law enforcement activity often leads to higher drug gang violence.”[2] To illustrate this phenomenon, she points to the prohibition of alcohol in the 1920’s, the crackdown on cocaine in the 1980‘s and 1990‘s and the vastly expanded and U.S.-funded War on Drugs in Mexico since 2007, in which more than 40,000 people have been murdered in the last six years.
“Our politicians see Mexico in flames, and their knee-jerk response is to throw water on the fire by increasing military aid,” says Witness for Peace board member and drug policy expert Sanho Tree.[3] Yet, military aid abroad and militaristic “drug war” interventions inside the US are more like gasoline than water.
The youth of color statement is visionary because it transcends typical partisan views of the issue of violence. Youth of color agree with the plan to ban assault weapons and increase background checks for gun purchases but add that it will “do little to impact the bloodshed on our streets.” They note that “Black and Latino youth are rarely killed by so-called “legal guns” and many of our states already have strict gun laws.”
Instead, they say to save our lives, “saturate our communities with jobs. Make it easier to find a job or a youth center than to find a gun.” They call for a prohibition on gun manufacturers’ donations to political campaigns and call for gun manufacturers to be held responsible for homicides and injuries caused by guns as cigarette manufacturers are held responsible for prevention, intervention and medical costs of the damages caused by their product.
Throughout the hemisphere those impacted by the War on Drugs have called for the reallocation of dollars wasted on failed drug war policies toward investment in social goods, for social aid not military aid abroad, and for jobs not jails and books not bars in the US.
The Rand Corporation has described how treatment programs are 10 times more effective than trying to prevent drugs from coming into the country and 23 times more effective than trying to stop drug production abroad.[4]
The problem is politicians aren’t making decisions based on what is cost effective. Just as youth of color inside the US point to the 3 million dollars in NRA political contributions in 2012 alone, opponents of the War on Drugs abroad note the influence of deep-pocketed military suppliers in the continued expansion of failed drug interdiction and suppression efforts.
And so youth of color decry, “As the 11, 12, and 13 years olds get life sentences or a six-foot grave, the gun manufacturers make billions in profits.” Politicians are choosing political contributions and reelection instead of solutions that could save the lives of predominantly poor people of color
And they will continue to do so unless and until communities across borders demand a shift in course.
On August 6th, several of the groups involved in the Youth of Color statement along with their allies are calling for a Night Out for Safety and Democracy. We call on people around the country and around the world impacted by the war on drugs, the war on terror, and by the criminalization of immigration to speak up for community safety that comes not from militarization, but rather from economic security. For more details contact us at zachary@justice4families.org.
Por Zachary Norris, Justice for Families
“No Se Puede Construir la Paz con una Pipa: La Seguridad Escolar y la Violencia de Armas en los EE.UU tras el Masacre en la Escuela Sandy Hook” es el nombre de una valiente y visionaria declaración colectiva escrita por jóvenes de grupos minoritarios alrededor del país.
La declaración es valiente porque los jóvenes de minorías, por lo general, son ignorados en el debate sobre el control de las armas y, si se hablan de ellos, son denigrados como “pandilleros.” Sin embargo, los jóvenes de minorías se ven desproporcionadamente afectados como victimas de la violencia y de una fallida Guerra contra las Drogas.
Aunque jóvenes blancos informan llevar armas a la escuela en tasas un poco mas altas que jóvenes afroamericanos, los jóvenes afroamericanos tienen dos veces mas la probabilidad de ser arrestados por posesión de armas.[5] Aunque jóvenes blancos, afroamericanos y latinos reportan consumir drogas a tasas parecidas, los jóvenes afroamericanos son detenidos por ofensas relacionadas a las drogas a una tasa casi cinco veces mas que la de los jóvenes blancos y los jóvenes latinos están detenidos a tasas dos veces mas que los jóvenes blancos.[6]
La declaración es valiente porque refleja una oposición de principios parecida a la del Dr. King en contra de la violencia y la militarización. Escriben, “Sabemos de primera mano que la tecnología militar usada para armar la agresión y las guerras estadounidenses en el exterior es, al mismo tiempo,usada en nuestras calles y en nuestras escuelas. En las comunidades minoritarias, la policía está armada con helicópteros, arietes, unidades de operaciones tácticas muy militarizadas y armas de asalto poderosas.” Pero cuando el control de las armas y la prevención de violencia es el tema, de alguna manera u otra la militarización de las fuerzas publicas es muy poca discutida. Lo debería de ser.
En, “Como Terminar la Guerra contra las Drogas Podría Bajar la Violencia,” escribe Emily Crockett, “la intensificación de la actividad policial de la fuerza publica a menudo conduce a altos índices de violencia pandillera y violencia relacionada al narcotráfico. .”[7] Para ilustrar este fenómeno, la Sra. Crockett apunta a la prohibición de alcohol en EE.UU. durante la década de los 1920s, las medidas reforzadas en contra la cocaína en las 1980s y las 1990s y la ampliación de la Guerra contra las Drogas en México, financiada por los EE.UU desde 2007, en la cual mas de 40.000 personas han sido asesinados en los últimos seis años.
“Nuestros políticos ven a México quemando, y su respuesta exabruta es tirar agua en las llamas mediante el aumento de ayuda militar,” dice Sanho Tree, integrante de la junta de Acción Permanente por la Paz y experto en la política antidroga.[8] Sin embargo, la ayuda militar en el extranjero y las intervenciones antidrogas militarizadas dentro de los EE.UU son mas como gasolina que agua.
La declaración de los jóvenes de minorías es visionaria porque transciende las opiniones típicas y partidarias sobre el tema de la violencia. Los jóvenes minorías están de acuerdo con el plan de prohibir las armas de asalto y aumentar el control de antecedentes para las compras de armas pero agregan que, “harán poco para disminuir el derramamiento de sangre que corre por nuestras calles.” Agregan que, “Los jóvenes afroamericanos y latinos generalmente no son matados por ‘armas legales’ y que muchos de nuestros estados ya tienen leyes estrictas gobernando las armas.”
En cambio, para salvar nuestras vidas dicen que, “Saturen nuestras comunidades con trabajos. Hagan mas fácil encontrar un trabajo o un centro comunitario que encontrar una arma.” Llaman por una prohibición en las donaciones de fabricantes de armas a las campañas políticas y que los fabricantes de armas se responsabilicen por los homicidios y las lesiones causadas por sus armas como los fabricantes de cigarrillos se hacen responsables de la y prevención, intervención y los gastos médicos por los daños causados por sus producto.
Por todo el hemisferio aquellas personas impactadas por la Guerra contra las Drogas han llamado por una redistribución del dinero perdido en las políticas antidrogas fallidas a la inversión social; por la ayuda social, no militar, en el extranjero; y por trabajos, no cárceles; y libros, no barras, en los EE.UU.
La corporación RAND ha descrito como los programas de tratamiento son 10 veces mas efectivos que tratar de frenar el flujo de drogas al país y 23 veces mas eficaz que intentar detener la producción de drogas en el extranjero.[9]
El problema es que los políticos no están tomando sus decisiones basado en lo mas rentable. Tal como los jóvenes minorías en los EE.UU apuntan a las contribuciones políticas de la NRA en los alrededores de $3 millones USD en solo el 2012, los oponentes de la Guerra contra las Drogas en el extranjero apuntan a la influencia que ejercen las compañías de defensa y equipo militar en la expansión continua de los esfuerzos fallidos de interdicción y supresión.
Pues como dicen los jóvenes minorías, “Mientras los jóvenes de 11, 12, 13 años reciben sentencias de vida o fosos a seis pies de hondo, las fabricantes de armas ganan miles millones de dólares.” Los políticos están escogiendo las contribuciones políticas y la reelección en lugar de soluciones que podrían salvar las vidas de las personas minorías, muchas de las cuales son pobres.
Y lo seguirán haciendo al menos que las comunidades por todo el mundo exijan un cambio. El 6 de agosto, algunos de los grupos involucrados en la declaración de los jóvenes minorías juntos con sus aliados convocarán una Noche de Seguridad y Democracia. Llamamos que la gente por todo el país y el mundo impactada por la Guerra contra las Drogas, la Guerra contra el Terror, y la criminalización de la inmigración levanten sus voces para la seguridad comunitaria que no venga de la militarización, sino de la seguridad económica. Para mas detalles póngase en contacto con nosotros a zachary@justice4families.org
Throughout the hemisphere those impacted by the War on Drugs have called for the reallocation of dollars wasted on failed drug war policies toward investment in social goods, for social aid not military aid abroad, and for jobs not jails and books not bars in the US.
The Rand Corporation has described how treatment programs are 10 times more effective than trying to prevent drugs from coming into the country and 23 times more effective than trying to stop drug production abroad.[4]
The problem is politicians aren’t making decisions based on what is cost effective. Just as youth of color inside the US point to the 3 million dollars in NRA political contributions in 2012 alone, opponents of the War on Drugs abroad note the influence of deep-pocketed military suppliers in the continued expansion of failed drug interdiction and suppression efforts.
And so youth of color decry, “As the 11, 12, and 13 years olds get life sentences or a six-foot grave, the gun manufacturers make billions in profits.” Politicians are choosing political contributions and reelection instead of solutions that could save the lives of predominantly poor people of color
And they will continue to do so unless and until communities across borders demand a shift in course.
On August 6th, several of the groups involved in the Youth of Color statement along with their allies are calling for a Night Out for Safety and Democracy. We call on people around the country and around the world impacted by the war on drugs, the war on terror, and by the criminalization of immigration to speak up for community safety that comes not from militarization, but rather from economic security. For more details contact us at zachary@justice4families.org.
Jovenes Denuncian la Violencia de la Guerra Contra las Drogas, Apoyan Esfuerzos para el Control de la Venta de Armas
Por Zachary Norris, Justice for Families
“No Se Puede Construir la Paz con una Pipa: La Seguridad Escolar y la Violencia de Armas en los EE.UU tras el Masacre en la Escuela Sandy Hook” es el nombre de una valiente y visionaria declaración colectiva escrita por jóvenes de grupos minoritarios alrededor del país.
La declaración es valiente porque los jóvenes de minorías, por lo general, son ignorados en el debate sobre el control de las armas y, si se hablan de ellos, son denigrados como “pandilleros.” Sin embargo, los jóvenes de minorías se ven desproporcionadamente afectados como victimas de la violencia y de una fallida Guerra contra las Drogas.
Aunque jóvenes blancos informan llevar armas a la escuela en tasas un poco mas altas que jóvenes afroamericanos, los jóvenes afroamericanos tienen dos veces mas la probabilidad de ser arrestados por posesión de armas.[5] Aunque jóvenes blancos, afroamericanos y latinos reportan consumir drogas a tasas parecidas, los jóvenes afroamericanos son detenidos por ofensas relacionadas a las drogas a una tasa casi cinco veces mas que la de los jóvenes blancos y los jóvenes latinos están detenidos a tasas dos veces mas que los jóvenes blancos.[6]
La declaración es valiente porque refleja una oposición de principios parecida a la del Dr. King en contra de la violencia y la militarización. Escriben, “Sabemos de primera mano que la tecnología militar usada para armar la agresión y las guerras estadounidenses en el exterior es, al mismo tiempo,usada en nuestras calles y en nuestras escuelas. En las comunidades minoritarias, la policía está armada con helicópteros, arietes, unidades de operaciones tácticas muy militarizadas y armas de asalto poderosas.” Pero cuando el control de las armas y la prevención de violencia es el tema, de alguna manera u otra la militarización de las fuerzas publicas es muy poca discutida. Lo debería de ser.
En, “Como Terminar la Guerra contra las Drogas Podría Bajar la Violencia,” escribe Emily Crockett, “la intensificación de la actividad policial de la fuerza publica a menudo conduce a altos índices de violencia pandillera y violencia relacionada al narcotráfico. .”[7] Para ilustrar este fenómeno, la Sra. Crockett apunta a la prohibición de alcohol en EE.UU. durante la década de los 1920s, las medidas reforzadas en contra la cocaína en las 1980s y las 1990s y la ampliación de la Guerra contra las Drogas en México, financiada por los EE.UU desde 2007, en la cual mas de 40.000 personas han sido asesinados en los últimos seis años.
“Nuestros políticos ven a México quemando, y su respuesta exabruta es tirar agua en las llamas mediante el aumento de ayuda militar,” dice Sanho Tree, integrante de la junta de Acción Permanente por la Paz y experto en la política antidroga.[8] Sin embargo, la ayuda militar en el extranjero y las intervenciones antidrogas militarizadas dentro de los EE.UU son mas como gasolina que agua.
La declaración de los jóvenes de minorías es visionaria porque transciende las opiniones típicas y partidarias sobre el tema de la violencia. Los jóvenes minorías están de acuerdo con el plan de prohibir las armas de asalto y aumentar el control de antecedentes para las compras de armas pero agregan que, “harán poco para disminuir el derramamiento de sangre que corre por nuestras calles.” Agregan que, “Los jóvenes afroamericanos y latinos generalmente no son matados por ‘armas legales’ y que muchos de nuestros estados ya tienen leyes estrictas gobernando las armas.”
En cambio, para salvar nuestras vidas dicen que, “Saturen nuestras comunidades con trabajos. Hagan mas fácil encontrar un trabajo o un centro comunitario que encontrar una arma.” Llaman por una prohibición en las donaciones de fabricantes de armas a las campañas políticas y que los fabricantes de armas se responsabilicen por los homicidios y las lesiones causadas por sus armas como los fabricantes de cigarrillos se hacen responsables de la y prevención, intervención y los gastos médicos por los daños causados por sus producto.
Por todo el hemisferio aquellas personas impactadas por la Guerra contra las Drogas han llamado por una redistribución del dinero perdido en las políticas antidrogas fallidas a la inversión social; por la ayuda social, no militar, en el extranjero; y por trabajos, no cárceles; y libros, no barras, en los EE.UU.
La corporación RAND ha descrito como los programas de tratamiento son 10 veces mas efectivos que tratar de frenar el flujo de drogas al país y 23 veces mas eficaz que intentar detener la producción de drogas en el extranjero.[9]
El problema es que los políticos no están tomando sus decisiones basado en lo mas rentable. Tal como los jóvenes minorías en los EE.UU apuntan a las contribuciones políticas de la NRA en los alrededores de $3 millones USD en solo el 2012, los oponentes de la Guerra contra las Drogas en el extranjero apuntan a la influencia que ejercen las compañías de defensa y equipo militar en la expansión continua de los esfuerzos fallidos de interdicción y supresión.
Pues como dicen los jóvenes minorías, “Mientras los jóvenes de 11, 12, 13 años reciben sentencias de vida o fosos a seis pies de hondo, las fabricantes de armas ganan miles millones de dólares.” Los políticos están escogiendo las contribuciones políticas y la reelección en lugar de soluciones que podrían salvar las vidas de las personas minorías, muchas de las cuales son pobres.
Y lo seguirán haciendo al menos que las comunidades por todo el mundo exijan un cambio. El 6 de agosto, algunos de los grupos involucrados en la declaración de los jóvenes minorías juntos con sus aliados convocarán una Noche de Seguridad y Democracia. Llamamos que la gente por todo el país y el mundo impactada por la Guerra contra las Drogas, la Guerra contra el Terror, y la criminalización de la inmigración levanten sus voces para la seguridad comunitaria que no venga de la militarización, sino de la seguridad económica. Para mas detalles póngase en contacto con nosotros a zachary@justice4families.org
[1]
Bell,J.,Ridolfi,L.,Filney,M.,Lacey,C.(2009), The Keeper and the Kept: Reflections on Local Obstacles to Disparities
Reduction in Juvenile Justice Systems and a Path to Change. San Francisco,
CA: The W. Haywood Burns Institute: 6.
[2]
Crockett, Emily How Ending the Drug War Could Curb Gun Violence, (02/2013)
found at http://www.huffingtonpost.com/emily-crockett/war-on-drugs-gun-violence_b_2624873.html
[3]
Witness for Peace Blog, Policy Analysis: Mexican Family Tragedy at the
Epicenter of US Aid and Military Abuse, (05/2011) found at: http://www.witnessforpeace.org/article.php?id=1120
[4]
Rydell, C.P. & Everingham, S.S., Controlling Cocaine, Prepared for the
Office of National Drug Control Policy and the United States Army (Santa
Monica, CA: Drug Policy Research Center, RAND Corporation, 1994).
[5]
Bell,J.,Ridolfi,L.,Filney,M.,Lacey,C.(2009), The Keeper and the Kept: Reflections on Local Obstacles to Disparities
Reduction
in Juvenile Justice Systems and a Path to Change. San Francisco, CA: The W. Haywood Burns
Institute: 6.
[6]
ibid.
[7]
Crockett, Emily How Ending the Drug War Could Curb Gun Violence, (02/2013)
found at http://www.huffingtonpost.com/emily-crockett/war-on-drugs-gun-violence_b_2624873.html
[8]
Witness for Peace Blog, Policy Analysis: Mexican Family Tragedy at the
Epicenter of US Aid and Military Abuse, (05/2011) found at: http://www.witnessforpeace.org/article.php?id=1120
[9]
Rydell, C.P. & Everingham, S.S., Controlling Cocaine, Prepared for the
Office of National Drug Control Policy and the United States Army (Santa
Monica, CA: Drug Policy Research Center, RAND
Corporation, 1994).
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