by Sophie Nikitas
Mexico es la cuna de alrededor de 60 variedades de maíz nativo, el cual es amenazado por los transgénicos. Transnacionales como Monsanto son favorecidas bajo el TLCAN. |
Los mayas tenían una mitología para explicar la
creación del hombre: las deidades trataron de hacer el primer hombre del lodo,
y después de madera, pero ningún hombre les parecía satisfactorio. Entonces trataron
una vez más y utilizaron el maíz. Por fin, lograron crear el hombre que podía
trabajar la tierra y venerar a las deidades. Esta historia
es un ejemplo de la importancia histórica del maíz, no solamente como comida en
México, sino también como parte integral de la cultura y la identidad mexicana.
Presencié la importancia del maíz cuando viajé con
la organización no gubernamental Acción Permanente por la Paz (Witness for Peace) a México.
Fui parte de un programa que estudió cómo la venta de los alimentos entre los
EE.UU. y México afecta el estado de Oaxaca en particular. Lo que mis colegas y
yo aprendimos sobre los efectos del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN, y NAFTA en inglés) es que ha dado resultados muy diferentes de
los que el gobierno estadounidense quiere que creamos. En particular, vi cómo
el libre comercio afecta la producción y el acceso al maíz.
La mayoría del discurso de los gobiernos estadounidenses y mexicanos sobre
el comercio libre se trata de los beneficios que otorga. Por ejemplo, en la
fase de las negociaciones del acuerdo, predicaban que la economía mexicana
crecería y que más campesinos tendrían la oportunidad de vender sus productos
en el mercado internacional. Asimismo, insistieron que el tratado iba a
favorecer el desarrollo; suponiendo que los campesinos comprarían sus alimentos
y que trabajarían en otros sectores más lucrativos de la economía. Cuando el TCLAN entró en vigor hace 20 años,
los gobiernos de los Estados Unidos, Canadá y México quitaron todas las
tarifas de los productos importados, y el comercio libre empezó.
El México de hoy en día es muy diferente al de antes
de 1994, pero no de la manera en que se imaginaba. En realidad, los políticos
han hecho un México más dependiente de la economía y de los recursos de los EE.UU.,
y por lo tanto, en la actualidad muchos menos mexicanos son autosuficientes. En
particular, los campesinos que sembraban maíz eran considerados pobres por el
gobierno—pero de hecho eran más autosuficientes porque estaban cultivando
su propia comida y tenían más control del mercado local. Pero los últimos 20
años han sido duros para ellos. Las políticas para promover “el desarrollo” les
han hecho más difícil cultivar el maíz y otros cultivos esenciales, y actúan a
favor del trabajo en las fábricas.
Para favorecer este supuesto desarrollo, el gobierno
mexicano empezó a importar el maíz barato de los EE.UU. Los campesinos
mexicanos no pudieron competir con los bajos precios del maíz estadounidense,
por lo que tuvieron que buscar trabajo en otros lugares. El gobierno promovió la
búsqueda de trabajo en las ciudades, particularmente en las “maquiladoras” por
parte de los campesinos. Las
maquiladoras son fábricas localizadas en “zonas de libre comercio.” Los
gobiernos de EE.UU. y México dijeron que estas fábricas eran la mejor manera
para desarrollar la economía mexicana y aumentar la riqueza de los
trabajadores. Pero en realidad, no proveen ni seguridad corporal, ni financiera.
Para atraer las empresas transnacionales, las maquiladoras deben ofrecer el sistema de producción más barato. Este fenómeno
se llama “carrera hacia el abismo”, y sucede cuando las fábricas ofrecen
precios extremadamente baratos para que las empresas
multinacionales hagan
contratos con ellas en vez de con las fábricas de la India, por ejemplo. No es
de sorprenderse entonces, que son conocidas por sus condiciones poco seguras.
La inseguridad laboral se caracteriza por muchas
horas de trabajo, el uso de maquinaria peligrosa, y bajos sueldos que son una
fracción de los de EE.UU.
Las maquiladores se multiplicaron en Mexico con la entrada en vigor del TLCAN. Son criticadas por causar mucha contaminacion al medio ambiente, por condiciones peligrosas del trabajo, por bajos salarios, por solo contratar a mujeres jovenes, y por prevenir la formacion de sindicatos.
|
Los defensores del TCLAN dicen que las maquiladoras
han creado 800.000 trabajos para los mexicanos pobres, pero en realidad, las
maquiladoras son una alternativa peor que la de ser campesino porque eliminan
la seguridad corporal, la autonomía económica de cultivar su propia comida, y
el derecho de manejar su propia tierra. Aún más, lo que los defensores del
tratado no mencionan es que se han perdido dos millones de trabajos agrícolas
por causa del TLC. Entonces, hay muchas personas en Oaxaca y otras partes de
México que están luchando contra estas políticas.
Durante la delegación, fuimos a una cooperativa
oaxaqueño que me enseñó mucho: Michizá.
Esta cooperativa ayuda a los pequeños productores de café indígenas a vender
sus productos en el mercado de comercio justo en
México y en los EE.UU. Nos dijeron que uno de los retos principales que
enfrentan es el precio alto de la certificación de comercio justo. Tomando en
cuenta que su meta es que los agricultores reciban un precio justo por sus
productos, es difícil hacerlo sin la certificación. De esta manera resulta más
caro vender su café en el mercado estadounidense, donde hay más demanda para el
café, que en México.
Una de varios certificados de comercio justo |
Lo que me pareció más interesante de la charla fueron
los retos que enfrentan los campesinos para recibir compensación por su trabajo
en el mercado internacional, dónde hay muchos intermediarios y costos
escondidos, cosa que supuestamente el TLCAN iba a agilizar. Este es el gran reto
para el comercio libre: abrir nuevas oportunidades en el mercado y asegurarse
que los beneficios lleguen a los trabajadores. Creo que, para las corporaciones
y las transnacionales que participan en el mercado del comercio justo, es fácil
olvidar a quién produjo el producto. Entonces hay que trabajar a pequeña
escala, tal vez a nivel local, para saber de dónde vienen
nuestros productos y asegurarnos de que las personas que lo fabrican reciban un
precio justo.