By Keri Zehm, WfP Delegate, Colombia 2010 and Mexico 2012
I have learned
about the war on drugs both in the United States and through my
delegations with Witness for Peace. No matter where I go, I have yet to find a
place where the drug war is effective. The problem began when the strategy
shifted from a public health model focused on treatment and prevention to a
militarized approach. For more than 40 years this approach has led to
destructive consequences worldwide and with no gains. In Latin
America human rights violations have increased. In the United States
the jail and prison population has increased, while access to quality treatment
for substance use is scarce.
In 2010 I
traveled to Colombia for my
first delegation with Witness for Peace, where I saw first-hand the impact of
Plan Colombia .
One of the components of Plan Colombia
is the attempt to eradicate coca crops through aerial fumigations with
glyphosate. Instead, it has damaged community food crops, livestock and water
supplies. The exposure to glyphosate has also led to health complications.
However, this has had no impact on stopping, or even reducing coca
production.
Two years later,
I traveled to Mexico
on a delegation focused on the Drug War. During this trip we met with people
who have been impacted by the Merida Initiative. It is also known as “Plan Mexico ” for its strong resemblance to the failed
Plan Colombia .
We heard emotional testimony from people who lost loved ones to drug war
violence. We heard from journalists who cannot do their jobs effectively due to
threats of violence. We met with communities who are documenting the names of
the thousands who have lost their lives to the drug war by embroidering them on
handkerchiefs for public display. So much of what I heard reminded me of Colombia . It
was discouraging to see that this was happening again.
In the United States I
have not many anyone who has not been affected by drug addiction, whether
through their own struggles or with a friend or family member. Yet quality drug
treatment is difficult to obtain. It makes no sense that so much funding is
sent to Latin America to cause destruction when the funding could be spent in
more humane ways both in Latin America and in the United States .
Replicating a
failed approach from one country to another does not solve the problem. It does
not serve anyone in Latin America nor in the United States . It isn’t until we return to the approach of
treating addiction as a public health issue that we can have an impact on drug
use. The problem cannot be blamed on Colombia
for its coca production and it cannot be blamed on the cartels in Mexico . It is
everyone’s problem and we can all be a part of the solution. But it will
require a united effort that is borderless and treats everyone as human beings.
La Guerra Contra las Drogas –Diga “No!”
Por Keri Zehm, Delegada con Acción Permanente por la Paz, Colombia 2010 y México 2012
He aprendido sobre la Guerra contra las Drogas en los Estados Unidos y a través de varias delegaciones con Acción Permanente por la Paz.
Vaya donde vaya, no encuentro ningún
lugar donde la Guerra contra las Drogas haya
sido efectiva. El problema empezó cuando
la estrategia para combatir el problema de las drogas cambió de un modelo de
salud pública enfocado en el tratamiento de adicción y la prevención a un
modelo militarizado. Tras mas de 40 años la estrategia militarizada ha conducido a consecuencias destructivas en todo el mundo sin ningún efecto positivo. En
América Latina las violaciones de derechos humanos han incrementado. En los
Estados Unidos mientras que el numero de presos ha incrementado el acceso a tratamientos de buena calidada para adicciones
es mas escaso.
En 2010 cuando viajé a Colombia con mi primera
delegación con Acción Permanente por la Paz, vi personalmente el impacto de Plan Colombia.
Uno de los componentes de Plan Colombia es el intento de erradicar cultivos de
coca con fumigaciones aéreas de
glifosato. Las fumigaciones en cambio, han dañado los cultivos , ganado y fuentes de agua en muchas comunidades. La exposición al glifosato
también ha conducido a complicaciones de la salud. Sin embargo, eso no ha tenido ningún
impacto en detener o ni siquiera reducir la producción de la coca.
Dos años después, viajé a México con una delegación
enfocada en la Guerra contra las Drogas.
Durante este viaje, nos reunimos con gente que ha
sido impactado por la Iniciativa Mérida. También se llama, “Plan México” porque
mucho se parece al Plan Colombia.
Escuchamos testimonios sensibles de personas que han
perdido a seres queridos debido a la violencia causada por la Guerra contra las
Drogas. Escuchamos a periodistas que no pueden hacer su trabajo por las amenazas.
Nos reunimos con comunidades que están documentando los nombres de los miles de
personas quienes han perdido sus vidas en la Guerra contra las Drogas tejiendo los nombres en pañuelos para exhibirlos públicamente.
Tanto de lo que vi en Mexico me recordó de Colombia. Me desalentó ver que lo
mismo esté pasando de nuevo.
En los Estados Unidos, no he conocido a nadie que no
haya sido afectado por la drogadicción, sea por su propia experiencia o la de un
conocido o de un familiar. Pero el tratamiento bueno para la drogadicción es
muy difícil obtener. No tiene sentido enviar tanto dinero a America Latina para causar la
destrucción cuando esos mismos fondos podrían ser gastados en programas mas humanos tanto en America Latina como en
los Estados Unidos.
Replicar una estrategia que haya fallido en un país a otro país no soluciona el problema, no sirve a
nadie en America Latina ni en los Estados Unidos. Hasta que volvamos a la estrategia de tratar
a la adicción como un problema de salud
pública tendremos un impacto en el consumo de las drogas. No se debe echar la
culpa a Colombia por producir la coca ni
tampoco en los carteles en México. El problema es nuestro y todos nos podemos
hacer parte de la solución. Pero
requerirá un esfuerzo unido que no tenga fronteras y que trate a todos como
seres humanos.
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