By:
Susan Letendre, Witness for Peace New England Regional Organizer
Just
two weeks ago, I left Cuba, my Beloved Teacher. Though I missed my home, and
was glad to return, I miss her, now, every hour of the day. And in the night,
she shapes my dreams.
From her I have learned:
·
the power of an educated
community. Cuba has eradicated illiteracy (literacy rate 99.8)....something we,
in the U.S., have failed to do, even on a local level, even with huge amounts
of money. We are 46th on the country literacy list, behind almost all of the countries
of the former U.S.S.R.
·
that there are different
kinds of democracy. The latest platform of social and economic change was
written by elected leaders, then traveled around the country for a year where
well over 90% of the people criticized and proposed changes in town-hall style
meetings. On the basis of this popular critique, 68% of the document was
changed before implementation. I contrast this with our system, where we can
elect people from one of two political parties, though we still do not have a
popular vote. Party platforms are informed by lobby groups. And once elected,
our politicians respond first to those corporations who have the money and
power to pay for campaigns and influence public opinion.....in a country where
most people have a 20 minute window to get their news from mostly heavily
bought-and-paid-for outlets, or listen to music instead.
·
the power of living in the
question. Most Cubans know they are in the midst of a huge experiment; that
they are creating, day-by-day, a form of human organization that has never been
lived before. They are given to saying, “in this moment,” “at this time in
history.” They are voraciously curious about other cultures and ways of
organizing people, but want to make up their minds for themselves. A sense of
possibility permeates our talks with them.
·
the power of art and
culture to create resilience. Cuba makes art and culture accessible to
everyone. Not only can Cubans attend the ballet, go to the theatre, visit art
exhibits for very, very low prices, but the prices of books published on the
island are set by the government so that they are available to people. Art and
culture are ubiquitous. Sculpture, music, dancing, creativity, and joy are
everywhere.
·
the power of the African
soul. In 1700, only an estimated 50,000 people lived on the island, and by
1750, Spain had virtually wiped out all indigenous culture and virtually all
agriculture except sugar and tobacco (export crops) on the island. The next
roughly 100 years saw Spain importing 1.3 million slaves. African religions and
cultures came with them, and still, in this time, inform so much of Cuban
culture. Values of sharing, community, and celebration come not just from the
socialist model, but from the hearts of these people. Cubans are welcoming, warm,
even to U.S. citizens.
·
what it truly takes for
happiness. Judging by the Cubans we met, people who have so little in material
goods, happiness depends upon other things: access to excellent healthcare (In
a recent U.S. Medicaid pilot study, the strongest outcome after 3 years was a sense
of security and absence of substance abuse and mental illness.); access to
enough food to keep body and soul together; a place to live; connections to the
community; access to art and culture; the ability to learn and create.
In
the meantime, due to the U.S.-imposed embargo, Cuban doctors cannot get certain
drugs, such as an anti-nausea drug for children with cancer. And Cuba has
developed a very promising cancer drug with no side-effects, available for sale
for $220 for foreigners, and 4 cents for Cubans. It is illegal for us to buy
that drug.
Here
I am, back in my home country, which I love as well, trying to reconcile what I
have learned with my government’s policy of insisting on calling Cuba “a
Terrorist State”, of continuing an unjust and inhumane embargo that is hurting
Cubans, and hurting us as well. So, I advocate for change. And, profoundly
grateful for the lessons of Cuba.
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Por: Susan Letendre, Organizadora Regional de Acción Permanente por la Paz
New England
Hace apenas dos semanas, me fui de Cuba,
mi querida maestra. A pesar de que extrañé mi hogar, y me alegré de volver, la
echo de menos ahora, todas las horas del día. Y en la noche, ella le da forma a
mis sueños.
De ella he aprendido:
De ella he aprendido:
• El poder de una comunidad educada. Cuba ha erradicado el analfabetismo (la tasa de alfabetización es 99,8).... algo que, en los EE.UU., no hemos logrado, incluso a nivel local, aún con grandes cantidades de dinero. Somos el país número 46 en la lista de alfabetización, por detrás de casi todos los países de la antigua URSS.
• que hay diferentes tipos de democracia. La última plataforma de cambio social y económico fue escrita por los líderes electos, luego viajó por todo el país durante un año en el que más del 90% de la gente criticó y propuso cambios en reuniones comunitarias. Sobre la base de esta crítica popular, 68% del documento fue cambiado antes de la implementación. Yo comparo esto con nuestro sistema, en el que podemos elegir a la gente de uno de los dos partidos políticos, a pesar de que todavía no tenemos el voto popular. Plataformas de los partidos son informados por los grupos de “lobby”. Y una vez elegidos, los políticos responden primero a las corporaciones que tienen el dinero y el poder para pagar campañas e influir en la opinión pública.....en un país donde la mayoría de la gente tiene una ventana de 20 minutos para obtener sus noticias en su mayoría fuertemente compradas, o en lugar de esto escuchar música.
• el poder de vivir cuestionándose. La mayoría de los cubanos saben que están en medio de un gran experimento, que están creando, día a día, una forma de organización humana que nunca se ha vivido antes. Se les dice, "en este momento", "en este momento en la historia." Son vorazmente curiosos con otras culturas y formas de organizar a la gente, pero quieren decidir por sí mismos. Un sentido de posibilidad impregna nuestras conversaciones con ellos.
• el poder del arte y la cultura para crear resistencia. Cuba hace que el arte y la cultura estén al alcance de todos. Además de que los cubanos pueden asistir al ballet, ir al teatro, visitar exposiciones de arte a precios muy, muy bajos, también los precios de los libros publicados en la isla son establecidos por el gobierno para que estén disponibles a todas las personas. El arte y la cultura están en todas partes. La escultura, la música, el baile, la creatividad y la alegría están en todas partes.
• el poder del alma africana. En 1700, sólo unas 50.000 personas vivían en la isla, y para 1750, España había prácticamente desaparecido toda la cultura indígena y toda la agricultura menos el azúcar y el tabaco (productos de exportación) en la isla. Los próximos 100 años vieron a España importando 1,3 millones de esclavos. Las religiones y culturas africanas vinieron con ellos, y aun ahora, en estos tiempos, informan tanto de la cultura cubana. Los valores de intercambio, la comunidad y la celebración no provienen sólo del modelo socialista, sino también de los corazones de estas personas. Los cubanos son acogedores, cálidos, incluso con los ciudadanos estadounidenses.
• lo que realmente lleva a la felicidad. A juzgar por los cubanos que conocimos, que son personas que tienen tan poco con respecto a los bienes materiales, la felicidad depende de otras cosas: el acceso a una excelente atención de salud (En un reciente estudio piloto del programa Medicaid de los EE.UU., el resultado más fuerte después de los 3 años fue una sensación de seguridad y ausencia de abuso de sustancias y enfermedad mental); acceso a alimentos suficientes para mantener el cuerpo y el alma juntos, un lugar para vivir, conexiones con la comunidad, el acceso al arte y la cultura; la capacidad de aprender y crear.
Mientras tanto, debido al embargo
impuesto por los Estados Unidos, los médicos cubanos no pueden recibir ciertos
medicamentos, como un medicamento contra las náuseas para los niños con cáncer.
Y Cuba ha desarrollado un fármaco muy prometedor contra el cáncer sin efectos
secundarios, disponibles por $ 220 para los extranjeros, y 4 centavos para los
cubanos. Es ilegal para nosotros comprar ese medicamento.
Aquí estoy, de vuelta en mi país, que también quiero, tratando de conciliar lo que he aprendido con la política de mi gobierno de insistir en llamar a Cuba "un estado terrorista", de seguir un embargo injusto e inhumano que está perjudicando a los cubanos, y a nosotros también. Por lo tanto, yo abogo por el cambio. Y estoy profundamente agradecida por las lecciones aprendidas de Cuba.
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