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Thursday, September 19, 2013

Tribunal Permanente de los Pueblos, Capítulo México: Audiencia sobre la Guerra Sucia y la Impunidad


"Tribunal Permanente de los Pueblos, Capítulo México: Audiencia sobre la Guerra Sucia y la Impunidad"
Dos días después de que la Pre-audiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos "Represión por Motivos Políticos: una Estrategia Permanente del Estado Mexicano" terminó, 16 manifestantes fueron detenidos arbitrariamente en la ciudad de México, entre ellos tres periodistas independientes. Ese mismo día, el presidente Enrique Peña Nieto dio su primer informe de gobierno. A pesar de su retórica de logros y cooperación, la realidad en las calles sugirió que el verdadero mensaje era: "Nada ha cambiado". Después de alabar los beneficios de la privatización del sector petrolero y educativo, el mandatario mexicano mencionó brevemente los derechos humanos, afirmando que "El estado debe proteger los derechos de los ciudadanos empezando por lo más valioso: la vida."

Qué extraño, entonces, que en la pre-audiencia, sólo dos días antes, escuchamos la historia de Teodulfo Torres. El destino de Torres fue sellado el día en que Peña Nieto asumió la presidencia, el 1 de diciembre del 2012. Fue durante las protestas de la inauguración que Torres vio a su amigo Francisco Kuykendall siendo golpeado por la Policía Federal. Torres logró filmar esta represión y violencia con la cámara de vídeo que llevaba. Aunque Francisco sobrevivió, aún padece de graves daños cerebrales y lesiones corporales. Sin embargo, fue Torres quien pagó el mayor precio todavía. El 27 de marzo del 2013, después de denunciar la violencia perpetrada a su amigo y antes de tener la oportunidad de hacer una declaración acerca del caso, Torres fue desaparecido.


La foto de Teodulfo Torres aparece en la playera que está sobre la mesa. 

Gabriela Hernández, del Comité Monseñor, colocó el caso de Torres en un contexto más amplio: “Lo principal es romper la muralla de silencio, romper la mediatización de la información. El gobierno mexicano, con el PRI en el poder nuevamente, tapa toda la información. En este sexenio empieza todo, todo empiezan a hacer color de rosa y en este país no pasa nada. Y más allá, [el gobierno] se vuelve supuestamente defensor de democracias y de libertades de los pueblos. Cuando...es el mayor represor. Es el generador de la violencia. Y bueno, a fin de cuentas, tiene un por qué, el cuidar las espaldas de su gran vecino, el gobierno estadounidense. Sabemos que toda esta política represiva, de troncar la lucha de los pueblos, está en aras de conservar el imperialismo, el neoliberalismo."

El Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) es una iniciativa internacional de carácter ético y moral en la cual las víctimas y las organizaciones que han sufrido violaciones de derechos humanos pueden denunciar sus casos ante jueces nacionales e internacionales. Su misión es promover el respeto universal y los derechos fundamentales de los pueblos, las comunidades y los individuos. El TPP México ha sido inequívoco no sólo en sus críticas al gobierno mexicano, sino también al gobierno de los EE.UU., en particular por sus políticas destructivas como la Iniciativa Mérida y el TLCAN, que no sólo han resultado en muchas violaciones de derechos humanos, sino en la continua migración de los mexicanos. Esta fue la tercera pre-audiencia sobre el tema de la guerra sucia en México, con un enfoque en la impunidad, la violencia y la falta de acceso a la justicia para las víctimas. La última audiencia se llevará a cabo frente a un panel de jueces internacionales en mayo del 2014.



La pre-audiencia tuvo lugar en este mercado, la Unión Popular de Vendedores Ambulantes. El mercado simboliza la resistencia y la organización popular. Sus vendedores han sobrevivido asesinatos extrajudiciales, opresión política y hostigamiento por parte del estado que continúa actualmente.

Los doce testimonios de la pre-audiencia (que incluyó casos de los estados de Puebla, Estado de México, Guerrero, y el Distrito Federal) fueron perturbadores y preocupantes. El de Minerva Mariano Matías fue uno de estos casos. Minerva habló de la desaparición de su hermano, el activista Fermín Mariano Matías, la cual ocurrió el 24 de junio del 2009. El cuerpo de Fermín fue encontrado un mes después. Pobre y de un pueblo pequeño, Fermín trabajó para poder completar sus estudios hasta convertirse en geofísico, luchó por la educación gratuita para los niños en zonas rurales, y estaba entrenando para un maratón cuando fue asesinado. Aunque han pasado más de cuatro años, y hay una nueva administración, todavía no se ha hecho justicia con este caso. En un país donde la tasa de impunidad se encuentra entre el 90 y el 99%, esto no es una anomalía.


Minerva hablando sobre la desaparición de su hermano Fermín.

La pre-audiencia duró dos días. En la segunda tarde, los cinco jueces dictaminaron que los 12 casos analizados demostraron "la existencia de diversos mecanismos de represión política utilizados por el Estado mexicano para atacar a quienes luchan por el ejercicio libre y la defensa de los derechos humanos en este país." No fue difícil estar de acuerdo con esta conclusión después de escuchar los testimonios.





Friday, May 24, 2013

Monsanto y los Transgénicos: Resistencia Global


Monsanto ha sido tristemente célebre al rededor del mundo y México no es la excepción. Aquí, en el lugar de nacimiento del maíz, Monsanto ha incrementado su dominio en la industria de la comida cada vez más. Esto ha creado cambios que han afectado la dieta de los mexicanos, su salud, su modo de vida y su habilidad para sobrevivir.Pero en Estados Unidos, Monsanto tampoco ha hecho muchas cosas buenas, y los transgénicos se han vuelto un importante tema de discusión. Por muchos años los estadounidenses han debatido los efectos de la contaminación de campos no-transgénicos y los efectos de los transgénicos en la salud de los humanos y los animales. Actualmente los transgénicos son un tema muy importante en el debate acerca de la Propuesta de Ley de la Comida y el Campo (Food and Farm Bill).
Esta propuesta de ley, aprobada en el congreso cada cinco años, decide las políticas que se adoptarán en Estados Unidos acerca de la comida y la agricultura, y tienen un efecto muy severo alrededor del mundo. En estos momentos, el congreso Estadounidense está debatiendo los detalles de esta propuesta de ley y discutiendo varias enmiendas. Una de las más controversiales, se llama la Enmienda de King.

Aprobada el 15 de Mayo por el Comité de Agricultura de la Casa de Representantes de Estados Unidos, la Enmienda King podría quitarle el derecho a los estados de pasar leyes para etiquetar las comidas transgénicas. Activistas estadounidenses creen que la enmienda es el resultado de los esfuerzos de cabildeo de Monsanto, la corporación líder de transgénicos en el mundo.

Actualmente 26 estados – como California, Washington, Vermont, Maine y Connecticut – tienen propuestas de ley o iniciativas de voto participativo relacionadas con el tema de los transgénicos. Monsanto ha amenazado con demandar a los estados que pasen estas iniciativas y está tomando acción al nivel federal - usando la Enmienda King - para ponerle un fin a estos esfuerzos. El Senado estadounidense ya votó en contra de las propuestas que proteger el derecho de los estados de pasar leyes de etiqueta para productos transgénicos. Esto ocurre aunque sesenta y cuatro países alrededor del mundo ya tienen leyes para etiquetar comidas transgénicas, incluyendo a toda la Unión Europea, Rusia, China, Australia, Sur África y Siria.

Otra polémica en Estados Unidos es que el año pasado el Acta de “Protección a Monsanto” le garantizó inmunidad federal a la industria de la biotécnica cuando ellos planten cultivos transgénicos que todavía no estén aprobados por la ley. Bajo esta acta el Secretario de Agricultura está obligado a dar un permiso temporal para la cultivación de cultivos transgénicos aun si la Corte Federal ordena que se paren los cultivos hasta que se hagan estudios de impacto ambiental. En un esfuerzo para detener el “Acta de Protección a Monsanto”,  el Senador Merkley ha propuesto la Enmienda #978 en la Propuesta de la Comida y el Campo.

Monsanto y los transgénicos también son temas de preocupación en otros países.

En Colombia, Monsanto proporciona RoundUp Ultra (un herbicida letal de glifosfato) para que sea usado en las fumigaciones para erradicación de drogas del Plan Colombia. Las fumigaciones han tenido consecuencias devastadoras como la destrucción de cultivos legítimos de los campesinos, la destrucción del medio ambiente y graves problemas de salud.

En India, el uso de las semillas de algodón de Monsanto ha resultado en una terrible tragedia. Más de 100 campesinos se han suicidado al encontrarse en una situación de deuda extrema por usar las semillas de Monsanto. Aunque compraron las semillas de Monsanto bajo las promesas de una mayor producción y un incremento en las ganancias, los campesinos terminaron con una producción 5 veces menores que la que tenían usualmente y un ingreso 7 veces mas bajo.

Los transgénicos y México


Los mexicanos están preocupados acerca del tema de los transgénicos, particularmente por el tema del maíz transgénico. Se cree que el maíz fue domesticado por primera vez en Oaxaca, México, hace más de 8,000 años. Esta creencia está apoyada por la extraordinaria biodiversidad del maíz en México (cientos de variedades) y  por el descubrimiento de las Cuevas Prehistóricas de Yagul y Mitla, en los Valles Centrales de Oaxaca. En estas cuevas, los científicos encontraron evidencia de la transición de los humanos que era nómadas (cazando y juntando comida) a humanos que empezaron a producir su propia comida. De acuerdo con la UNESCO:

“Las Semillas de Cucurbitaceae, de más de diez mil años de edad, que se encontraron en la cueva Guilá Naquitz, son consideradas las semillas más antiguas, que se han hallado, que demuestran evidencia de la domesticación de las plantas en el continente; mientras que fragmentos de maíz en la misma cueva demuestran la evidencia más antigua de la domesticación del maíz. El panorama cultural de la Cuevas Prehistóricas de Yagul y Mitla demuestran la conexión entre el hombre y la naturaleza, que dió como origen la domesticación de las plantas de Norte America, y que permitió el establecimiento de las civilizaciones Mesoamericanas”.

Las semillas transgénicas representan una amenaza para la biodiversidad del maíz. De acuerdo con el Instituto World Watch:


“Un centro de origen contiene las formas mas antiguas de una planta y de sus familiares silvestres. Es un banco de material genético del que depende el mundo para mejorar y refrescar el material genético de las plantas. Las variedades nativas de maíz de México son un tesoro conformado por genes, útiles para reproducir plantas que se pueden ajustar al cambio de clima y para las necesidades nutritivas de los humanos. Los científicos se preocupan de que si estas plantas se infectan con transgénicos, y si los genes artificiales persisten, se podrían contaminar seriamente, y posiblemente podrían acabar por completo con las bases genéticas naturales de uno de los cultivos más importantes del mundo. Aunque los transgénicos son creados por los humanos, son organismos vivos, con la capacidad de reproducción. Una vez se liberan los transgénicos, dejan de estar bajo el control de los humanos. Son una nueva forma de polución, una que es difícil de detectar y que es completamente invisible.”


El maíz es increíblemente importante para los mexicanos. Es la comida principal y uno de los símbolos culturales más importantes para el país. El maíz sostiene a los pueblos indígenas espiritualmente, físicamente, y económicamente. El maíz fue la comida principal de los Mayas y los Aztecas, quienes veneraron la planta por lo menos desde el año 5000 D.C.

El 29 de Noviembre del 2001, la revista científica Nature publicó una historia acerca de la contaminación transgénica del maíz nativo de Oaxaca, a pesar de que en aquel entonces existía un moratorio impuesto por el gobierno Mexicano en los cultivos de transgénicos. Aún con los efectos negativos de esta contaminación, el expresidente Felipe Calderón, abrió las puertas de México a Monsanto, DuPont y Dow, permitiéndoles cultivar maíz transgénico en varios estados del Norte de México. Desde entonces, los transgénicos han tenido una presencia cada día más fuerte en el país.

Con el objetivo de exponer las “agresiones en contra del maíz nativo y la gente del maíz”, diferentes organizaciones se reunieron en Oaxaca por dos días para la pre-audiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos acerca de los “transgénicos y la contaminación del maíz nativo (el tribunal Permanente de los Pueblos es un tribunal internacional de opinión que investiga casos de violaciones de derechos humanos, para establecer un precedente en acciones legales del futuro)”.

Diferentes organizaciones y campesinos dieron su testimonio acerca de cómo los transgénicos están afectando a sus comunidades. Algunos de los temas centrales de estos testimonios fueron el apoyo del gobierno Mexicano para el uso de los transgénicos, la deterioración del apoyo gubernamental al campo Mexicano, la amenaza a la biodiversidad el maíz, la contaminación de campos no transgénicos, la importancia del maíz en la identidad y cultura de los mexicanos, y la corrupción de los científicos contratados por la agro-industria. Haga click aquí para leer la opinión final del juez acerca de estos temas.

La resistencia y la preocupación acerca de los transgénicos ocurren a nivel mundial. Las implicaciones del consumo de transgénicos no están claras. La contaminación por parte de los transgénicos es una realidad en muchos lugares de nuestro planeta. La sobrevivencia de pequeños productores campesinos y de comunidades indígenas esta en peligro (pues los productos de los transgénicos producen semillas infértiles).

Este viernes se han programado más de 400 protestas en contra de Monsato en 49 países. Como personas que luchan por la justicia tenemos la responsabilidad de pensar como estos temas nos afectan a nivel local, como también de cómo las corporaciones de Estados Unidos, como Monsanto, están afectando al resto del mundo.


Usted puede hacer algo al participar en las siguientes campañas:
  •  Participe en una marcha contra Monsanto hoy o este fin de semana (encuentre el evento más cercano a usted aquí. La información esta en inglés)
  • Abogue para abolir el Acta de Protección para Monsanto (petición en inglés)
  • Contacte a sus representantes para prevenir que se pase la enmienda King de la Protesta de Ley del Campo (Farm Bill) - (petición en inglés)
  • Apoye las enmiendas del la Propuesta de Ley del Campo (Farm Bill) que protegen el medio ambiente y que apoyan a las familias que se dedican a la agricultura (Artículo en inglés)
  •  Compre vegetales y frutas no transgénicos y orgánicos 
  • Participe en una delegación de Acción Permanente por la Paz (APP) en Oaxaca, México, para aprender más acerca de Monsanto y el libre comercio.

Dictamen de la Pre-Audiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre el Maiz

A pesar de todo lo que han hecho sucesivos gobiernos para desmantelar la Constitución Política de México, el pacto social y político y el proyecto de nación que mexicanas y mexicanos definieron hace casi 100 años sigue siendo su Carta Magna: un documento que es aún fuente de derecho y de unión para ellas y ellos.
El artículo 39 de la Constitución establece que la soberanía nacional pertenece esencial y originariamente al pueblo de México. Pertenece a todos y cada uno de quienes vinieron a presentar sus casos y a rendir sus testimonios. No son representantes de mexicanos y mexicanos. Son pueblo mexicano. Son los titulares de la soberanía nacional.
Desde esa condición han acudido a esta pre-audiencia a denunciar la violación sistemática de la soberanía de la que son titulares por parte de quienes la propia Constitución designa como garantes de esa soberanía.
Hemos escuchado atentamente los casos y testimonios, sólidamente sustentados, que demuestran ante todo este hecho de extrema gravedad. Buena parte del territorio mexicano al que se refiere la soberanía, un territorio que ha sido cuidado y protegido por miles de años por los pobladores originarios, una tradición responsable que continúan los actuales titulares de la soberanía, ha sido entregado a intereses privados y entidades extranjeras.
Además del derecho a la cultura, los pueblos indígenas cuentan con el derecho de propiedad sobre los territorios que han ocupado tradicionalmente. El gobierno se ha comportado como propietario de esos territorios, asumiendo dominio sobre ellos. Esta postura pudo tener sentido en el marco del proyecto nacionalista que emanó de la Revolución Mexicana. Representó una posición digna frente al capital extranjero para defender la soberanía nacional. Sin embargo, en vista de que el gobierno mexicano se ha apartado explícitamente del proyecto contenido en la Constitución de 1917, tal postura carece ya de sustento. El gobierno, por ejemplo, está transfiriendo el dominio del subsuelo, por medio de concesiones, a empresas transnacionales, en demérito de la propiedad y posesión indígena sobre sus territorios. Queda claro que para los pueblos indígenas ya no basta con ser propietarios de la superficie de sus tierras y territorios. La siembra de maíz transgénico y la minería afectan la vida misma tanto de indígenas como de no indígenas.
Todo esto implica una desviación de poder, que podemos demostrar con las pruebas que se nos han allegado. Se ha desviado tanto mediante nuevas leyes como a través de políticas y programas. Los poderes constituidos han empleado sus facultades para desmantelar las leyes y disposiciones que protegen la soberanía y el territorio, lo mismo que los derechos de los campesinos, a fin de acomodarlas a los intereses de corporaciones privadas y entidades extranjeras. Las políticas y programas que han aplicado están claramente en contra de los intereses campesinos y a favor de las mismas corporaciones.
Esta pre-audiencia se concentra en el maíz. Hemos escuchado numerosas expresiones de lo que significa para el pueblo mexicano. He aquí algunas de ellas, que reproducimos textualmente:
• Los oaxaqueños no entenderíamos la vida sin maíz. Es nuestro principal alimento y fundamento de nuestra cultura.
• El maíz es el que cuida a la comunidad. Es el que nos ha permitido vivir y resistir durante miles de años.
• Nosotros los campesinos no tenemos otra opción más que seguir sembrando para continuar nuestra manera de vida.
• No podemos vivir sin maíz, seguiremos luchando por mantener nuestra forma de vida y al maíz en ella.
• Yo quiero dejar mi maíz a mis hijos, a mis nietos, quiero que mis hijos tengan salud, que convivan con el maíz nativo y todo lo que les rodea, el frijol, la calabaza y los quelites porque aquí está la vida.
• Quiero seguir cuidando mi maíz nativo y a mi tierra porque mi maíz y mi tierra son sagrados y eso quiero dejar a mis hijos y a mis nietos
• El maíz es nuestra vida.
• En el maíz recreamos nuestra espiritualidad como pueblo indígena
• El maíz es nuestra carne y nuestros huesos; es salud, historia y autonomía
• El maíz somos nosotros y es patrimonio nacional.
• Producimos maíz para dar vida a nuestras comunidades y a la humanidad
• Nuestra relación con el maíz es sagrada: es el tesoro más preciado que los hombres y mujeres de maíz podemos tener.
Esa es la experiencia del maíz. Esto es lo que se han negado a ver los gobiernos, en su afán perverso de reducirlo a una cosa, una mercancía, un objeto más que se compra y se vende en el mercado y que puede ofrecerse al mejor postor.
Se nos dijo ayer, en uno de los casos presentados: “Denunciamos el cinismo, la irresponsabilidad y perversidad con la que las instituciones gubernamentales han tratado el problema. Los hombres y mujeres oaxaqueños estamos sembrando nuestros maíces aún en contra de un sistema que quiere acabar con el campo oaxaqueño y mexicano.”
Uno de los crímenes más serios que han cometido los gobiernos mexicanos es el crimen de empeñarse en eliminar a los campesinos, destruyendo de esa manera una sabiduría milenaria que es la base histórica y cultural de la nación.
Desde hace 60 años esta obsesión parece perseguir a todos los gobernantes. Varios de ellos han llegado a decir que México nunca podrá ser un país moderno mientras más de la tercera parte de la población viva en el campo; repetían, una y otra vez, que debía imitarse el modelo de Estados Unidos, en que sólo 2.5% de la población laboral producía alimentos para el mundo. Varios secretarios de agricultura declararon públicamente que su obligación era deshacerse de millones de campesinos. Y se diseñaron políticas y programas con ese propósito. Se mencionaron varios ejemplos de esa mentalidad criminal.
• Los campesinos lucharon para tener pequeñas tiendas CONASUPO en sus comunidades, administradas por ellos mismas, para poder acceder a bajo precio a productos de primera necesidad que no pueden producir. Desde hace muchos años, la red de tiendas de DICONSA , 23 000 establecimientos en 93% de los municipios del país, se usa con un propósito perverso. Con el pretexto de abatir el precio de los alimentos, se ha dedicado a desalentar la producción local de maíz y a crear el riesgo de la contaminación transgénica.
• Uno tras otro se fueron eliminando todos los instrumentos públicos de apoyo al campo creados en función de los compromisos de la revolución. Es cierto que se habían corrompido y que tenían carácter clientelar. Pero representaban una derrama económica para los campesinos, que se acostumbraron a depender de ella. Este fue uno de sus efectos más negativos, que se padeció inmensamente cuando se cancelaron.
En 1945 era rural el 75% de la población. En medio siglo la proporción se invirtió. Si bien es cierto que muchos campesinos migraron a las ciudades deslumbrados por las luces de neón y las promesas de la modernización, es preciso reconocer que otros muchos fueron literalmente expulsados de sus comunidades, tanto por formas de destrucción ambiental de las que en general no fueron responsables como por políticas y programas que impedían la prosperidad rural y dejaban a los jóvenes sin perspectivas dignas en sus propias comunidades – lo que se convirtió también en un motivo básico de emigración.
La reforma del artículo 27 constitucional, realizada con el abierto propósito de lanzar al mercado la tierra ejidal, estaba claramente asociada con la obsesión de los gobernantes de deshacerse de los campesinos.
La invasión transgénica forma parte de esa estrategia. Como se reveló con toda claridad en los testimonios presentados, el maíz transgénico no ofrece ventaja alguna para los campesinos y el país. Por lo contrario, los cultivos transgénicos han sido utilizados como herramienta de control de la agricultura y la destrucción de las bases de la autonomía de los pueblos. Además, ya ha sido demostrado en repetidos estudios que la transgenie, por naturaleza, disminuye la producción.
En realidad, la invasión transgénica que se ha estado preparando desde el gobierno, al servicio de las corporaciones que lo crearon y lo comercializan, corresponden a una estrategia perversa que fue rigurosamente descrita en la audiencia. Se trata ante todo de controlar el mercado de semillas en México, que representa 200 000 mil toneladas y 1,200 millones de dólares al año. Para este fin, se han estado modificando las leyes para beneficio de las grandes corporaciones y perjuicio de los pequeños productores, colocando a éstos al margen de la ley cuando venden o intercambian las semillas que producen.
La otra parte de esta pinza perversa es la que alude a la inseguridad alimentaria. Importamos ya la tercera parte del maíz que consumimos; en unos diez años estaríamos importando la mitad. Se está propalando la ilusión de que el transgénico podría resolver el problema aumentando la producción. Carece de todo sustento y muestra la gravedad del peligro que se enfrenta. En cinco de los ocho millones de hectáreas dedicadas al maíz no podrían funcionar las semillas transgénicas. En buena parte de la superficie maicera sólo pueden funcionar las semillas nativas. Es este el crimen que se quiere cometer: con la contaminación transgénica se perdería toda capacidad productiva. Si el maíz ya no rinde, si ya no pueden cultivarlo porque todo se ha contaminado y el transgénico no podrá prosperar, los campesinos abandonarán sus tierras. Y esto es, a final de cuentas, lo que acaso se busca. Que las dejen para poder entregarlas a otros intereses.
La contaminación transgénica puede verse como efecto directo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Fue descubierta cuando existía una moratoria para el cultivo transgénico. Pero existía una disposición del TLCAN, que propiciaba su libre circulación, bajo la falsa premisa de equivalencia sustancial, es decir, que el transgénico es igual al criollo o al nativo, una premisa también adoptada por los órganos internacionales.
A partir de 2001 las importaciones de maíz crecieron exponencialmente. Aunque estaba protegido en el TLCAN, el gobierno alentó esas importaciones, por encima de las cuotas establecidas y sin cobrar los aranceles pactados. Se realizó así un agresivo dumping a los productores nacionales, desalentándolos, obligándolos a abandonar el cultivo o el campo. Desaparecida la CONASUPO, nueve empresas transnacionales absorbieron 50% de las importaciones.
Distribuido por DICONSA, el maíz importado llegó a todas partes. La gente no supo que era transgénico. Traerlo al país era un gran negocio: México no cobraba arancel y Estados Unidos apoyaba con subsidios.
Y es así como un efecto perverso del TLC fue destruir la soberanía alimentaria en las comunidades.
Se trata de un crimen histórico de inmensas proporciones y consecuencias.
Escuchamos testimonios que demuestran fehacientemente que la contaminación transgénica es intencional y representa un desvío del poder, al emplear el aparato estatal a favor de intereses privados.
Los transgénicos son un instrumento corporativo. Pertenecen a seis empresas transnacionales, que forman un oligopolio. Monsanto controla el 85% del mercado.
Todos los transgénicos están protegidos bajo derechos de propiedad intelectual. Reproducirlos y usarlos sin permiso de los titulares de estos derechos constituye un delito. Los genes de Monsanto están patentados. La empresa sabe que la contaminación es inevitable, una vez que se realice la siembra extensa. Será un crimen con premeditación, alevosía y ventaja, porque busca intencionalmente apropiarse de todas las redes alimentarias. En Estados Unidos, Monsanto y Dupont ya han ganado juicios por 23 millones de dólares y arreglos fuera de tribunales por 200 millones de dólares más, por los granos contaminados. Pronto empezarán a demandar a productores mexicanos.
El crimen es aún más grave porque México es centro de origen de maíz, y por tanto, constituye el reservorio genético de uno de los tres principales cultivos del mundo, una de las bases principales de la alimentación a nivel global. Es también reservorio del conocimiento necesario para mantener vivo al maíz.
Denunciamos a los órganos de Naciones Unidas, que saben bien que proteger los centros de origen es esencial para mantener los cultivos vivos. Sería la primera vez en que un centro de origen se ha contaminado y esos órganos no han hecho nada al respecto.
Esto resulta aún más grave ante la perspectiva de cambio climático. Sabemos bien de la perspectiva: donde hay sequía habrá más sequía; donde hay mucha lluvia lloverá más. Las semillas nativas tienen la memoria genética que permitiría encontrar la respuesta a los cambios en las condiciones climáticas. Esas razas y variedades tienen los caracteres de herencia que necesitaremos.
Es un crimen abominable, que por ningún motivo debe permitirse, hacer que esas razas y variedades desaparezcan.
Este crimen insoportable es aún más grave si consideramos lo que ya mencionamos antes: que las políticas y programas del gobierno, en su desviación de poder, han socavado la soberanía alimentaria de las comunidades, en el ejercicio sistemático de violencia burocrática, social y policiaca.
“Perder el maíz nativo alimento de nuestros pueblos es perder la autonomía,” se dijo en la presentación de uno de los casos. Aquí está el meollo de la cuestión.
En una lucha de siglos, las comunidades han logrado fortalecer su autonomía y construir formas propias de vida y de gobierno. En Oaxaca, como se subrayó en las presentaciones, se sigue “practicando y fortaleciendo la comunalidad”. De esa manera se lograron niveles sólidos de autosuficiencia y se ha practicado una efectiva soberanía alimentaria. Toda esta construcción está basada en el maíz. Cada familia, cada comunidad, cada región, se empeña en producir maíz suficiente para el consumo cotidiano. Y existen mecanismos complejos para hacer frente a las dificultades periódicas, cuando las calamidades naturales o las irregularidades del clima impiden que se alcancen los niveles normales de autosuficiencia.
En esta organización se basa la cultura de los pueblos indígenas y en ella está el tejido social que aún nos permite existir como nación. El lema que circula desde hace una década, “Sin maíz no hay país”, es una expresión eficaz de lo que todo esto significa. En estas tierras se inventó el maíz, en un diálogo profundo con la naturaleza; aquí se le multiplicó, se le diversificó, se le adaptó a las mil diferentes condiciones de nuestra realidad. En ese proceso el maíz nos inventó como pueblo y se estableció como la base de nuestra cultura.
Un ejemplo claro que se expresó en la pre-audiencia fue destacar que la riquísima gastronomía mexicana está claramente fincada en el maíz, pero buena parte de lo que todavía cocinan y comen mexicanas y mexicanos sólo es posible con semillas nativas. La contaminación transgénica haría desaparecer buena parte de lo que comemos.
Este patrón de supervivencia y prosperidad se encuentra hoy seriamente debilitado por la agresión sistemática que han sufrido todos los pueblos, por el conjunto de políticas y programas concebidos abiertamente contra ellos. Por las mismas condiciones que afectan la vida de las comunidades, el país entero se encuentra afectado de una debilidad sustancial en su soberanía: la dependencia del exterior en materia alimentaria.
En 1971 exportábamos maíz. Es cierto que en esos años había familias que no tenían suficiente, pero el hecho es que podían generarse excedentes y colocarlos en el exterior. Perder la autosuficiencia no fue una consecuencia del crecimiento demográfico o de condiciones climáticas adversas. No fue porque los productores decidieron sus tareas y dedicarse a otra cosa. Fue una acción sumamente costosa, en que el gobierno invirtió inmensos recursos para provocar la deficiencia de maíz.
A finales de los años 70, cuando la situación de los campesinos empezó a hacerse insoportable, el gobierno se vio obligado a dar un viraje en su política campesina y aplicó un programa que apoyaba directamente la producción de maíz. En los tres años de vigencia del Sistema Alimentario Mexicano se lograron aumentos sustanciales en la producción y los rendimientos y se demostró que bastaban modestos apoyos para que la producción campesina ofreciera buenos resultados.
En esta pre-audiencia se nos hicieron llegar, con los testimonios, documentos en los que se demuestra, con sólido fundamento científico que existe un enorme potencial productivo, por el que podría recuperarse en pocos años la autosuficiencia nacional de maíz.
Enrique Peña Nieto y sus funcionarios no son jurídicamente responsables de estos crímenes en serie cometidos a lo largo de 60 años. Pero son moral y políticamente responsables, porque fue el partido al que pertenecen el que los cometió. Denunciamos ahora que no solamente continúa esa orientación anticampesina sino que la actual administración la está profundizando.
Uno de los testimonios señaló: “Que ya no se establezcan programas con la careta de apoyar al campo y que sólo benefician a las empresas agroindustriales amigas de los altos funcionarios. Que no se trate de engañarnos regalándonos comida dizque nutritiva, porque sabemos que lo único que persiguen es despojarnos de los alimentos que producimos localmente.”
Se trata, muy concretamente, de uno de los programas de la nueva administración. Su campaña contra el hambre no se dirige realmente contra esta vieja enemiga de la humanidad que vuelve a aparecer entre nosotros
Los testimonios presentados en la pre-audiencia mostraron con toda claridad la grave complicidad que en todos estos crímenes ha tenido el establecimiento científico. No sólo se trata de la campaña de descrédito contra quienes presentaron honestamente los resultados de sus investigaciones y dieron a conocer las primeras pruebas de contaminación transgénica, reconociendo abiertamente que su trabajo había sido posible por su colaboración con el sistema científico indígena. Se trata también del boicot sistemático a que se vieron expuestos cuantos se interesaban en el tema y, finalmente, de la corrupción misma de la aún llamada investigación científica.
Se nos ofrecieron testimonios contundentes de la forma en que se procedió a la falsificación de pruebas, a la distorsión del método, presentación mentirosa de los resultados, ocultamiento de información… Se constituyó así una auténtica conspiración, en que los funcionarios del gobierno, las corporaciones privadas y los supuestos científicos realizaron actividades criminales para ocultar la información sobre la contaminación transgénica y al divulgar su inexistencia intentaron convencer a la opinión pública la idea de que era posible contener su extensión y eliminar sus riesgos.
Es importante destacar, en este aspecto, que en los propios testimonios se nos informó, con sólidas bases en estudios científicos serios, que no estamos ante hechos irremediables e irreversibles. La acción de las comunidades, en el marco de políticas y programas que se propongan lo contrario de lo que han hecho hasta ahora, podrían poner remedio a los daños que hasta ahora se han causado y abrir otra opción. Eso requeriría otro tipo de ciencia, que supiera articular sus métodos y concepciones con la ciencia indígena, esa que fue capaz de crear el maíz y centenares de miles de variedades adaptadas a los más diversos nichos ecológicos en el curso de diez mil años.
Esto es muy distinto a lo que se intentó hacer con información distorsionada. Como era imposible desechar las pruebas de la contaminación que había ocurrido, lo que se intentó fue demostrar que en esos mismos lugares había desaparecido, lo que implicaba que era posible limitar o contener la contaminación. Los casos que se han presentado en esta pre-audiencia permiten refutar en forma contundente este intento perverso de una parte del establecimiento científico, coludido con las autoridades y las corporaciones privadas para negar información a la población y continuar la promoción descarada de la invasión transgénica.
“Los hombres y mujeres de maíz”, se dijo en la pre-audiencia, “exigimos volver al estado de derecho”.
Es importante destacar que esta exigencia está siendo presentada por pueblos que han padecido por más de 500 años el uso perverso de los instrumentos jurídicos contra ellos, pueblos que han padecido no solamente leyes injustas, que los ignoran y discriminan, sino tribunales corruptos y racistas. Son pueblos que han sabido reconocer y mantener en sus propios ámbitos el concepto de derecho, la validez y legitimidad del procedimiento formal, la necesidad de normas que propicien la convivencia armónica.
Son estos pueblos los que ahora exigen a quienes han destruido el estado de derecho tan laboriosamente construido por mexicanas y mexicanos que regresen a él. Están conscientes de las limitaciones de su exigencia. Están pidiendo a criminales en serie que detengan su carrera enloquecida al abismo, en el que ellos mismos se precipitan al arrastrarnos a todos al desastre natural y social. Lo hacen porque es su convicción de que nunca debe renunciarse a la exigencia de que la autoridad cumpla sus obligaciones. Y lo hacen porque están dirigiéndose al más alto de todos los tribunales, al de las ciudadanas y los ciudadanos, al de quienes, con su movilización, pueden imponer la voluntad popular para salvar a nuestra comunidades, a nuestras culturas, a nuestro país y a final de cuentas a la Madre Tierra que se encuentra en riesgo.
Hacemos nuestras las demandas que se presentaron en la pre-audiencia, tras introducir en ellas modificaciones que resultan de la presentación de los casos y testimonios, y las incluimos en nuestro dictamen en los siguientes términos:
1. Abrogar de forma inmediata la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, sus reglamentos y demás disposiciones jurídicas que abren las puertas al Gobierno para que autorice la siembra de maíz transgénico en el país. En su lugar, declarar a Oaxaca y a todo el territorio de México territorio prohibido para la siembra de transgénicos. Negar cualquier posibilidad de siembras comerciales.
2. Reafirmar que el maíz es fundamento de la cultura material y simbólica de mexicanas y mexicanos, pilar de la soberanía nacional, condición sustancial de supervivencia de las comunidades campesinas e indígenas y base de la alimentación de la población. Concebir e implementar, en consecuencia, políticas de apoyo diferenciado al entramado de relaciones que forman la cultura de maíz.
3. Revisar las políticas agrarias, agrícolas y comerciales que han causado la crisis del campo mexicano, para orientarlas al fortalecimiento de la economía campesina, los pequeños productores y las comunidades indígenas, a la autosuficiencia nacional en la producción de alimentos básicos y a la reafirmación de la soberanía alimentaria.
4. Revisar el capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, especialmente lo relativo al comercio de los granos básicos, entre otras cosas para revertir los efectos del dumping sistemático practicado por los agroexportadores estadounidenses y las grandes empresas importadoras en contra de la economía campesina y mexicana.
5. Combatir la corrupción de la investigación científica en el área de los organismos genéticamente modificados, y su connivencia con corporaciones privadas dedicadas a impulsarlos y articulándola con la ciencia indígena.
6. Suspender de inmediato las autorizaciones para la liberación de todo tipo de maíz transgénico, incluyendo a los campos de cultivo ya existentes, y prohibir por completo el uso de tecnologías “terminator”.
7. Difundir en forma permanente y amplia, a través de medios públicos, privados e independientes, información relativa a los riesgos de la contaminación transgénica, dando especial cabida a los estudios científicos que muestran sus daños y sus impactos sobre la salud, el ambiente y la producción.
8. Respetar la soberanía y la autonomía de los pueblos originarios.
9. Suspender de inmediato las importaciones de maíz transgénico, así como la distribución de “paquetes tecnológicos” y alimentos contaminados de transgénicos.
10. Elevar a rango constitucional la prohibición de organismos genéticamente modificados en el territorio nacional y adecuar de inmediato las legislaciones secundarias.
11. Establecer un Régimen de Protección para el Maíz Nativo.
12. Establecer una norma eficaz para la etiquetación de todos los alimentos transgénicos con información suficiente para la población consumidora sobre los riesgos que implican.
13. Aplicar rigurosamente los procedimientos de consulta y consentimiento previos, libres e informados, que forman parte de la ley suprema a través de los tratados internacionales, antes de implementar programas gubernamentales en las comunidades indígenas.
14. Detener la siembra y movilización en el territorio nacional de otros granos y semillas transgénicas como soya, algodón y canola, así como los ensayos de campo con organismos transgénicos.
15. Restringir las importaciones de maíz a los casos en que la cosecha nacional sea insuficiente y una vez que la producción nacional se haya comercializado, vigilando rigurosamente, en las fronteras, que ninguna importación contenga transgénicos. No debe permitirse la entrada de una sola tonelada de maíz por encima de la cuota sin pagar arancel; por el contrario, debe imponérsele el máximo permitido por el TLCAN, haciendo valer el principio de soberanía alimentaria y la prioridad del consumo del maíz nativo.
16. Concentrar todas las compras de Diconsa, empresa responsable de la contaminación transgénica, en organizaciones de productores mexicanos, realizándolas a un precio justo. Diconsa debe retirar de inmediato los maíces transgénicos que haya distribuido, alertando a las comunidades respectivas sobre los riesgos de su empleo.
17. Expulsar del país a las empresas multinacionales responsables de la contaminación transgénica, entre las que se encuentran Monsanto, Novartis, DuPont y Aventis.
18. Oponerse oficialmente a las patentes y propiedad intelectual sobre la vida en México y en cualquier parte del mundo.
19. Someter los bancos de germoplasma en México, incluyendo el del CIMMYT, a revisiones cuidadosas hasta que se asegure que sus colecciones se encuentran libres de contaminación transgénica.
20. Reconocer constitucionalmente los derechos indígenas, tal como fueron plasmados en los Acuerdos de San Andrés y emplear los instrumentos del Convenio 169 de la OIT para garantizar la autodeterminación de los pueblos indígenas de México sobre sus recursos naturales, con absoluto respeto a la consulta previa, libre e informada.
21. Formular políticas ambientales, agrícolas y alimentarias sustentables, justas y soberanas, elaborándolas junto con la sociedad civil en base a la autodeterminación de los pueblos sobre sus bienes naturales, el respeto a los derechos indígenas y campesinos, la conservación de la biodiversidad y el principio de soberanía alimentaria.
22. Establecer legalmente que ningún ser vivo, ni en su totalidad ni en sus componentes, pueda ser reclamado por derechos de propiedad intelectual ni sujeto a convenios de bioprospección.
En el marco de esta pre-audiencia, por su tema, su lugar y su contexto, queremos reafirmar que las reformas constitucionales indígenas realizadas hasta hoy son un mero engranaje y en ocasiones no el fundamental. Las políticas hegemónicas están operando por encima de los avances jurídicos. Se están haciendo arreglos por encima de la Constitución y de la normatividad internacional vigente. Tales arreglos, por ejemplo, niegan a los pueblos el carácter de sujetos de derecho y rechazan implícitamente la autonomía que formalmente quedó enunciada en 2001.
Se han estado promulgando leyes sobre la diversidad que refuerzan la privatización y de hecho perfilan la paulatina desaparición del espacio propio del derecho público al hacer del Estado un simple promotor y certificador de las operaciones “privadas” de los inversionistas. En esta operación participan, junto con los gobiernos de América Latina, organismos públicos multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), y organismos financieros como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Nos parece importante, asimismo, señalar que en el texto del nuevo artículo 2o constitucional se determinó que la autonomía se ejercería “con respeto a las modalidades de propiedad y tenencia de la tierra establecidas en esta Constitución y a las leyes de la materia, así como a los derechos adquiridos por terceros o por integrantes de la comunidad.” De esta manera, en forma enteramente anómala e inaceptable, el supuesto nuevo derecho constitucional para los pueblos indígenas nació supeditado a las leyes, cuestión contraria al principio de jerarquía de normas.
Los dictaminadores compartimos y acogemos plenamente la demanda de acabar con toda forma de violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y los pueblos que la cuidan. Esto exige acabar con todas las fuentes de contaminación transgénica, por los agroquímicos, híbridos y otras formas de tecnología que destruyen el maíz y crean dependencia.
Siendo el maíz, como hemos escuchado en los testimonios y casos, una expresión fundamental del alma y del cuerpo de los pueblos de México, es de vital importancia que las demandas que lleguen a la audiencia final del Tribunal Permanente de los Pueblos posean toda la fuerza y urgencia que se requieren. Por esto, nos parece útil dejar claramente establecidos los siguientes puntos:
1. La ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, la Ley de Producción, Certificación y Comercialización de Semillas y la Ley Federal de Variedades Vegetales son leyes que administran la producción, distribución y fomento de maíz transgénico en México, por lo que se deben dejar de aplicar inmediatamente, estableciendo una prohibición de facto, y a continuación abrogar estas leyes y realizar una reforma constitucional en la que se establezca la prohibición definitiva de la introducción, siembra, comercialización, importación, almacenamiento, distribución, investigación y experimentación de semillas transgénicas de maíz y se declare que todo México es centro de origen y diversidad biológica, descartando definitivamente la idea de construir mapas de centros de origen. Hay suficientes argumentos y pruebas científicas de daños a la salud y al medio ambiente para sustentar esta prohibición.
2. La ley de biodiversidad ignora que la domesticación y diversificación de plantas es un proceso vivo, continuo y actual, y deja en estado de indefensión a los productores y comunidades que han sido los creadores de esta riqueza genética que ha hecho de México un centro de diversificación a nivel mundial. El artículo sobre zonas libres de transgénicos no establece la protección adecuada para los productores convencionales y orgánicos. A los primeros los ignora por completo, y a los segundos les impone un régimen de protección insuficiente y, además, muy difícil de alcanzar. Se deja en estado de indefensión a la mayoría de los productores agrícolas mexicanos, que no podrán escoger si quieren o no transgénicos en sus cultivos. Uno de los problemas centrales en este capítulo es que la carga de la prueba la tienen precisamente los afectados, que deberán comprobar científicamente la inviabilidad de la coexistencia entre cultivos libres de transgénicos y los que sí incorporan esta tecnología. Los transgénicos pueden convivir con especies que no han sido genéticamente modificadas, contaminándolas y alterando su genoma. Finalmente, el procedimiento administrativo es muy complicado y está diseñado más para dificultar la designación de zonas libres que para protegerlas.
3. Proponemos que se aproveche el marco del TPP para declarar al maíz y a la milpa como un bien de los pueblos del mundo, que han intercambiado libremente las semillas y saben en dónde y cómo usarlas como elemento básico de la vida y de su subsistencia. Son los propios pueblos, no entidades privadas o gubernamentales, quienes deben decidir cómo intercambiar, cuándo y dónde.
La denuncia presentada en esta pre-audiencia, así como los casos, testimonios y probanzas aducidas, demuestran que la devastación de la vida campesina, la migración forzada, la pérdida de biodiversidad y los daños al ambiente y la salud han sido causadas directamente por las políticas agrarias y agrícolas, las políticas públicas de “asistencia” (como la Cruzada contra el Hambre) , así como por la política económica y la comercial, vinculadas con los tratados de libre comercio adoptados por el Estado mexicano y otros instrumentos nacionales e internacionales, relacionados con la autorización de transgénicos, que fomentan los monocultivos, la agroindustrialización y el acaparamiento de tierras.
Deseamos dejar constancia que el Convenio de Cartagena obliga a los gobiernos que lo suscribieron a aceptar los transgénicos, por lo que lejos de ser un instrumento de protección, que debemos invocar, forma parte de lo que debemos rechazar. Igualmente, el Convenio de Biodiversidad, al contrario de los tratados de libre comercio, queda sujeto a la interpretación de los estados, y despoja a los pueblos de la soberanía sobre la biodiversidad, que pasa a ser patrimonio controlado por los gobiernos. Este instrumento internacional es usado como el paraguas que en nombre de la diversidad y sustentabilidad ha introducido una postura conservacionista y proclive al fomento del capital, antes que una que combine el factor cultural y social con el ambiental. En contraste, defendemos una postura que vincula a los pueblos, el ambiente y la transformación, considerándolos como actores colectivos e individuales dotados de conocimientos importantes sobre el ambiente natural o sobre medios de utilizarlo.
Igualmente, nos parece importante señalar que al caracterizar el cultivo de maíz transgénico como delito debemos tomar en cuenta que hasta ahora los tribunales internacionales no abordan delitos cuya base constituya un delito “económico”.
Los argumentos de las comunidades indígenas y campesinas afectadas no sólo defienden sus propios derechos y formas de vida. Están defendiendo a la humanidad entera.
Los dictaminadores celebran el proceso que ha permitido llegar a esta pre-audiencia. Nos comprometemos a preparar en las próximas semanas un dictamen final, que nos permita hacer llegar sugerencias y recomendaciones específicas a quienes presentaron los casos y testimonios, a fin de fortalecerlos en la perspectiva de la audiencia final ante el Tribunal Permanente de los Pueblos.