Lisa Taylor, Acción Permanente por la Paz Colombia.
El 5 de junio 2015, Coca-Cola
FEMSA – la franquicia mexicana de la multinacional The Coca-Cola Company que
tiene la sede principal en Atlanta, Estados Unidos – inauguró su séptima y más reciente
planta embotelladora en Colombia, ubicada en el municipio de Tocancipá, al Norte
de la capital Bogotá.
Después de invertir más de $200
millónes de dólares para construir un complejo industrial, de alrededor
de 27 hectáreas de extensión, la empresa espera que la nueva fábrica
produzca 290 millones de litros del
producto, cada año, y el cual es suministrado a cerca de 47
millónes de consumidores.
A pesar de la promesa que la
nueva planta proveerá crecimiento económico y trabajos locales, muchos de los
dirigentes laborales de Coca-Cola critican los efectos de las operaciones de la
multinacional en Colombia. La planta nueva cuenta con una tecnología avanzada,
y sólo requerirá de un promedio de 150 trabajadores. Por ende, muchos sospechan
que la operación en Tocancipá signifique el cierre de las otras fábricas
embotelladoras por todo el país. Una señal preocupante es que ya cientos de
trabajadores de la planta de Fontibón, en Bogotá, han perdido sus trabajos.
El dirigente sindical, Diego
Rodriguez, empleado de la planta de Coca-Cola en la ciudad de Cali (al
Suroccidente del país), sospecha que las operaciones embotelladoras allí van a
ser trasladadas a Tocancipá muy pronto, dejando sólo un centro de distribución
pequeño y reduciendo drásticamente el número de empleados necesarios para su
proceso de producción. Actualmente la planta de Cali cuenta con aproximadamente
800 trabajadores.
El director de Coca-Cola FEMSA,
John Santa María, ha llamado la nueva
planta en Tocancipá: “un ejemplo de arquitectura industrial avanzada y de productividad
en Latinoamérica,” y afirma que el uso eficiente del energía ahorrará entre el 20
y 30 por ciento más de agua.
A pesar de esta proyección optimista, los dirigentes
sindicales locales dicen que la planta consume aproximadamente 1,68 millones de
metros cúbicos de agua, lo que constituye el
68,5 por ciento del consumo del agua del municipio entero.
Atropellos
contra los sindicalistas
Coca-Cola FEMSA empezó su
operación en Colombia en 2003 y actualmente maneja siete plantas embotelladoras
y 25 centros de distribución en todo el país. Debido a la tercerización
extensiva, la multinacional opera en Colombia bajo varios nombres, incluyendo:
Industria Nacional de Gaseosa, Nuevas Gaseosas, Colombia S.A., Femsa Logística,
Imbera, Atencom y Oxxo.
Los dirigentes sindicales
argumentan que Coca-Cola demuestra una actitud anti-sindical y pretende
debilitar cualquier movimiento a favor de derechos laborales.
“Somos calificados y tratados como
los enemigos de las empresas y el Estado, para justificar reprimirnos nos
estigmatizan y toda acción o reclamación de los sindicatos, así esté protegida
por la Constitución, la ley, los convenios internacionales es atacada
sistemática e integralmente con el fin de aniquilarnos o llevarnos a una
condición de debilidad de tal magnitud que no exista la posibilidad de tener
fuerza para defender los derechos de los trabajadores y capacidad de
negociación colectiva.” – una carta de los representantes de SINALTRAINAL (el
Sindicato Nacional de Trabajadores del Sistema Agroalimentario) al ex-embajador
estadounidense y congresistas estadounidenses.
Afiliados de
SINALTRAINAL alegan
que Coca-Cola ha perseguido y despedido a trabajadores
por afiliarse al sindicato, ha implementado pactos colectivos (acuerdos que son
negociados en una forma independiente entre la empresa y los trabajadores
no-afiliados con el sindicato, que procuran debilitar la capacidad del
sindicato de negociar una convención colectiva), ha despedido a empleados
heridos o enfermos que sostuvieron accidentes por el trabajo y ha apoyado
varias campañas de propaganda que disuaden la afiliación de los trabajadores al
sindicato.
Los dirigentes laborales se
preocupan especialmente por los vínculos posibles entre Coca-Cola y los
grupos armados ilegales.
Se estima que 14 dirigentes
laborales fueron asesinados por los grupos paramilitares, 60 desplazados de sus
hogares, 100 amenazados de muerte y cinco fueron exiliados según Gerardo Cajamarca, miembro de la Misión Internacional de SINALTRAINAL en el exilio.
Debido a las amenazas de muerte
de los grupos paramilitares, Cajamarca tuvo que huir de Colombia hace 11 años.
Este abril, retornó a Bogotá temporalmente para acompañar los cinco días de la
huelga de hambre de cinco trabajadores de Coca-Cola que exigían el fin de los despedidos
injustos, la persecución del sindicato, el fracaso de observar los aspectos de
las convenciones colectivas y el uso extensivo de tercerización de los
trabajadores.
Los trabajadores de Coca-Cola en huelga de hambre en Bogotá. Foto: Ali Rosenblatt. |
Aunque en abril prometió
cumplir con la exigencia de los huelguistas, crear una mesa de negociación para
conversar las violaciones de los derechos laborales, Coca-Cola FEMSA negó
cumplir con esa promesa.
“El mismo sueño de país por el que tantas veces nos han
desplazado, asesinado, exiliado, encarcelado, el mismo sueno de país que a
pesar de todo sigue vivo, por el cual debemos seguir en la tarea cotidiana de organizar,
movilizar y unificar,” dijo Cajamarca.
“Un horizonte muy precario”
Coca-Cola ubicó su nueva
planta embotelladora en Tocancipá para aprovecharse de la zona franca allí
establecida – una región geográficamente delimitada dónde las empresas
disfrutan de varios beneficios tributarios y aduaneros. En Tocancipá, las
empresas pagan un impuesto de renta de tan sólo
15 por ciento, comparado con la tasa nacional del 33 por ciento, además de esto no
pagan impuestos aduaneros para ciertos bienes de capital, equipos, insumos, y
repuestos que vienen del exterior.
Las zonas francas han sido
implementadas por toda Colombia en medio de una oleada de los tratados
internacionales de libre comercio, incluyendo el Tratado de Libre Comercio
entre Colombia y Estados Unidos que tomó efecto en 2012.
“Es muy beneficioso porque la producción es más
económica, es muy barata, y por eso van a concentrar la producción allí,” dijo
Diego Rodriguez.
También agregó que la nueva planta en Tocancipá
funcionará casi exclusivamente por la tercerización de los trabajadores, y los
trabajadores que no tienen contratos directos no podrán sindicalizarse y
defender sus derechos laborales. Algunos trabajadores tercerizados han
intentado organizarse, pero se enfrentan con muchos desafíos en un país en
dónde sólo el 4,5 por ciento se han sindicalizado con éxito.
“Si es una empresa multinacional que viene, se chupa
todo el agua, terceriza a todos los trabajadores, y después se lleva el dinero
para el exterior. Para nosotros esto no es un desarrollo real. . . están
dejando sólo el mercado, sólo el producto y lo que vemos acá, es un horizonte
muy precario para el trabajador,” dijo Rodriguez.
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