Por Lisa
Taylor, APP Colombia
En los
Estados Unidos, tradicionalmente se ha celebrado el 14 de febrero como el Día
de San Valentín, un día cuando el amor se traduce en planes especiales con los
amados, palabras extras de cariño, y – no se puede olvidar – ciertos regalos
materiales, dentro de los cuales muchas veces se encuentran las flores. Antes
de que se regalen estas flores, ya han acumulado una historia larga: las semillas
recogidas y sembradas, las flores jóvenes regadas y podadas, las flores
crecidas cortadas y procesadas, empacadas y exportadas con cuidado por los y
las trabajadores en la industria de la floricultura.
Por cada
tres flores en Estados Unidos, dos son importadas de Colombia, el segundo país
exportador más grande en el mundo después de Holanda. Detrás de la belleza de
las flores exportadas, hay una serie de factores económicos, laborales,
sociales y ambientales frecuentemente invisibilizados que tienen un impacto
directo para las personas que trabajan en la industria.
Las condiciones en la industria
Según un
informe publicado en enero de 2017 por la Corporación Cactus, el 65 por ciento de los y las trabajadores de flores son mujeres, y
muchas son madres cabezas de hogar que se encuentran en una situación
económicamente vulnerable. Las pruebas de embarazo y los anticonceptivos
frecuentemente son requisitos para conseguir y mantener un empleo en el sector
de la floricultura, especialmente porque su cercanía a los pesticidas tóxicos y
carcinogénicos puede presentar defectos de nacimiento y riesgos de salud para
las mujeres embarazadas.
Durante la
temporada alta, incluyendo la época antes del 14 de febrero y la época antes
del Día de la Madre, es común que los y las empleados tienen que trabajar 12 a
22 horas diarias, ganando poco sueldo y sufriendo impactos graves para la salud
por las actividades repetitivas y los pesticidas peligrosos. La carga laboral y
las metas de rendimiento aumentan cada año más, y se les niega a los y las
trabajadores en una forma persistente el derecho de sindicalizarse y presentar
pliegos de petición. La gran mayoría de
los contratos laborales son temporales, y la renovación de estos contratos
depende de la voluntad de las empresas floricultoras.
Ex-trabajadora
de flores Gladys Mora dice, “es toda una entrega de la vida que se hace a esta
labor y aquí en Colombia, hay mucha explotación [. . .] y no compensa el
salario, no compensa la realidad que se ve.”
Además de
las violaciones laborales, el cultivo de flores en Colombia ha dependido de la
implementación sistemática de los principios y prácticas del comercio
neoliberal internacional, incluyendo la reducción de los gastos en cualquier forma para poder
aumentar las ganancias y el uso de la tercerización.
Bajo el
Tratado de Libre Comercio (TLC) entre los Estados Unidos y Colombia, implementado
en el 2012 a pesar de las preocupaciones sobre los derechos laborales en
Colombia, terrenos vastos de monocultivos de flores han sido cultivados en
ciertas regiones, principalmente la Sabana de Bogotá y el oriente de Antioquia,
eliminando otros cultivos diversos y afectando a la soberanía alimentaria de la
población. Los beneficios tributarios del TLC en gran mayoría han beneficiado a
las grandes empresas, destacada entre ellas la Asociación Colombiana de
Exportadores de Flores (ASOCOLFLORES), mientras los y las trabajadores en la
industria padecen una variedad de violaciones de derechos laborales.
Comenta
Marco Tulio Franco de SINALTRAINAL, “Hoy los problemas siguen siendo peores. El
problema #1 de los trabajadores y trabajadoras es la salud, la inestabilidad
laboral por la flexibilización del modelo neoliberal, el maltrato de la patronal
hacia los compañeros y compañeras, y el ritmo de trabajo que cada día se hace
presente.”
Como
precursor al TLC entre los Estados Unidos y Colombia y como respuesta a las
preocupaciones de los y las activistas laborales, el gobierno estadounidense
llegó a un acuerdo con el gobierno colombiano en el 2011 que se conoce como el Plan de Acción Laboral (PAL) para proteger los derechos
laborales y prevenir la violencia contra los y las sindicalistas. El PAL tiene
enfoque en cinco sectores específicos: la palma, los puertos, las minas, la
caña y las flores. A pesar de los objetivos positivos del PAL y debido a la
falta de un mecanismo efectivo para implementar y monitorear, el PAL ha sido
caracterizado por los y las sindicalistas colombianos como casi un fracaso
total, con una queja oficial registrada en el Departamento del
Trabajo en EE.UU en mayo del 2016.
En el PAL,
hay varios aspectos importantes que impactan directamente la floricultura en
Colombia. Todas las formas de tercerización (principalmente las cooperativas
del trabajo asociado) deben ser eliminadas, los y las trabajadores deben tener
más libertad para organizarse y los y las inspectores de trabajo deben realizar
visitas regulares a los invernaderos donde se llevan a cabo las operaciones de
la floricultura. Según el informe de la Corporación Cactus en el 2017, no se ha
logrado ninguno de estos objetivos y los y las trabajadores siguen
desarrollando su labor en un ambiente supremamente precario.
Entonces, ¿qué hacemos?
Después de
aprender de la floricultura en Colombia y el fracaso de los Estados Unidos para
garantizar los derechos laborales, ¿qué pueden hacer los y las ciudadanos
estadounidenses para ayudar? Surge frecuentemente la pregunta sobre la
estrategia del boicot, pero los y las trabajadores de flores en Colombia no
están llamando por un boicot directo de las flores – a pesar de todo, es la
única fuente de ingresos para muchas mujeres y familias en municipios
exportadores de flores.
Trabajadora
actual de flores Marisol Santacruz enfatiza el valor de la floricultura,
diciendo, “considero que el trabajo de flores es muy importante, ya que da para
subsistir a muchas familias en la Sabana de Bogotá, y ha sido un trabajo que es
más valorado por años. Es el trabajo que más ha existido en la Sabana por
muchísimos años, y ha mantenido a muchísimas de familias.”
Cuando
Acción Permanente por la Paz preguntó a representantes del sector, dijeron que
prefieren que los y las consumidores de flores compren con consciencia. Es decir,
pregunta a tu proveedor de flores de dónde vienen las flores que venden y
pídele el favor de verificar las condiciones laborales en ese lugar, y que
también averigüe sobre los impactos sociales y ambientales de la industria.
Una acción
más que puedes tomar es apoyar una resolución introducida por el congresista
Keith Ellison en la Cámara de Representantes que conmemorará el 14 de febrero
como Día Internacional de los y las Trabajadores de Flores, una iniciativa
apoyada por los y las colombianos en el sector. La introducción de esta
resolución en la Cámara de Representantes tiene un doble propósito: reconocer y
dignificar la labor de los y las trabajadores de flores en Colombia y la
cultura de flores que celebran, y abrir el camino para un compromiso renovado
de los EE.UU. con los y las trabajadores de flores en Colombia para mejorar en
una forma concreta las condiciones laborales, sociales y ambientales presentes
en el sector.
Ricardo
Zamudio de la Corporación Cactus dice que la resolución es, “una manera de
reconocer la importancia de respetar los derechos de quienes hacen posible el
éxito del sector floricultor en el exterior. Es una manera también de llamar la
atención del Estado colombiano y el Congreso estadounidense en particular para
que se cumplan las obligaciones que están planteadas en el Plan de Acción Laboral
a propósito del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Colombia.
También es un llamado a [. . .] respetar los derechos laborales y proteger lo
que tiene que ver con el medio ambiente y con el uso del agua.”
Entonces,
antes de comprar flores este 14 de febrero, averigua con tu proveedor y haz clic aquí para contactar a tu
congresista para
conseguir su apoyo de la resolución que celebraría el 14 de febrero como Día
Internacional de los y las Trabajadores de Flores.
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